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Invoque tu figura...

Invoque tu figura cuando los coágulos

del desconcierto visitaban mi noche

en su penumbra tejida de pesares y murmullos.

Adivine el contorno de tus pechos

que se ofrecían vestidos de oscuridad y sin orgullo.

Vi la aproximación del imaginado pubis.

Sentí el vértigo que sentí cuando divise

aquella sorprendida mujer desnuda.

Como entonces quise huir.

Pero me habías tomado dispuesta a no soltarme.

Yo tan igual a los otros hombres

y siendo quien te había invocado.

Como el niño de Sor Juana

Ines de la Cruz que pone el cuco

para después tenerlo miedo.

Así me vi.

Empantanado de besos,

manchadas las sabanas,

extenuado el cuero

te bebí y me bebiste.

Desde esa puntual y visceral noche

no he tenido un instante de sosiego.

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